Hay experiencias que te atraviesan y nutren, quedándose en ti para siempre. Lo inesperado se presenta e irrumpe con un descaro que sientes de repente muy familiar. Las carcajadas acogen y salen como bienvenida ¿Un reencuentro? Podría ser…


Silencios respirados y cómodos en una confianza ganada en el mismo presente. Respiraciones profundas que hablan.


Miradas de extrañeza y complicidad por ser testigos de una experiencia regalada con suma frescura.


Apoyada en su pecho por un momento creyó dormirse. Hay seres en donde uno se para a descansar y confiar.


Las estrellas y el diálogo del viento los acurrucaba con su música.


Fue eterna en su entrega. Su propia incredulidad le robaba carcajadas. Él creía que relativizaba su sinceridad. Qué va! Le regaló tanto en tan poco tiempo…


Quedó llena. Él en paz, le decía. Era tan extraño tocar las estrellas con alguien que acababa de llegar…


Ambos se perdieron de vista como las estrellas que vieron pasar ante sus ojos.


¿Sería tan bonita una estrella sin su fugacidad?


La belleza y el amor que contiene el dejar ser.

Ese fue el regalo oculto de la experiencia, abrazar enteramente el presente sin contaminación de expectativas mentales. No, desde luego que no es poco.

¡Buena vida vivida a todos!