Nutrición con Emoción

Un lugar para nutrirte...

Menú Cerrar

Página 2 de 3

¿Vínculos reproductores o estériles?

Cualquier vínculo nos permite vernos a nosotros en el otro. Es a través del otro que puedo ver los conflictos que hay en mí, no al revés. No existe tal cosa por separado, aislados. Son vínculos específicos donde puede existir una amistad, pareja, compañero, compañera, amante, trabajo, familia, etc. Digamos que son esos vínculos en los que nos paramos a compartir un ratito de nuestra vida. A veces es poco tiempo, a veces dura más, en ocasiones toda la vida. El tiempo no es lo importante, lo importante es la calidad del vínculo. ¿Cuánto de honesta o honesto me permito ser para dejarme ver frente al otro? O por el contrario, ¿Me mantengo poniendo máscaras en la ilusión de creer que no se nota?

La honestidad en un vínculo aparece cuando yo puedo dármela. Si no soy honesta o honesto conmigo lo que voy a proyectar en el otro es una locura que está lejos de ser saludable. Claro que para llegar a mostrar mi desnudez, debo abrazar todo lo que soy y eso es todo lo que porto, para bien y para mal. Hay cosas de nosotros que no siempre van a gustar y con eso tenemos que contar, porque en eso no hay ningún problema, el problema es disfrazarlas.

¡Cúanto desgaste caer en esa trampa de escondernos ante el otro, de nosotros! La honestidad representa mostrar las credenciales de uno mismo momento a momento, ante aquellas personas que elegimos para compartir lo que sea que es importante para nosotros. Mostrándonos al completo: vulnerables, débiles, ariscos, salvajes, amorosos, tiernos, graciosos, etc. Toda nuestra paleta de colores, desde el negro hasta el blanco. Compartir cualquier estado que reine. ¿Qué es un vínculo saludable si no puedo mostrarme como soy? Desde luego que podrán resultar muchas cosas desde esa forma (escondiéndome) pero el resultado será el achicamiento, la despotenciación, relaciones postizas, es decir desvitalizantes.

Lo que eres, no es algo que puedas tapar, aunque tu mente crea que sí. Eso que no es nada malo o bueno, simplemente es!

Es a través de la honestidad y del amor propio que podemos construir vínculos fructíferos, duren lo que duren, dejando nuestros esquemas mentales a un lado de un futuro que no llega, ¡porque en el presente no soy auténtico o auténtica!.

Eso no nos asegura que el vínculo vaya a ser eterno, pero desde luego que real sí será, y eso te lo llevarás puesto en tu alma para pasar al siguiente nivel de experiencia. Nunca perdemos nada, sólo pasamos a otras situaciones, personas o cosas que tienen otros propósitos que aprender.

Si yo estoy en una escucha honesta de mí, podré saber en que parada me bajo o por el contrario elijo seguir montada en este trayecto en el que recibo un aporte que me hace sentir bien, cómoda, inspirada, me suma y me hace abrirme a diferentes formas que sin el otro u otra no podría haberlo hecho. Si por el contrario no soy honesta, me espera un viaje muerto y lleno de frustraciones.

La nutrición no sólo se limita al alimento físico, la forma en que nos relacionamos con otras personas nos revitalizan o por el contrario nos desnutren. Parar y revisar, es darnos tiempo para mejorar nuestra propia parcela, donde único nacerán alimentos nutritivos y verdaderos para compartir.

¿AGRANDAS TU ESPÍRITU?.

Qué rico cuando la vida trae lo nuevo. Todo nuestro cuerpo se abre en su bienvenida. La esperanza se viste de gala y nuestra sonrisa se hace amplia. Lo bello es más visible y nuestros suspiros agrandan el pecho. Qué linda es la vida con todas sus subidas y todas sus bajadas.

Lo cierto es que es fácil abrirnos a lo placentero, se camina fácil ahí. ¿No te ocurre?

Claro que a medida que vamos viviendo, podemos observar patrones que vuelven a pasar una y otra vez. Sí, la vida abre y siempre trae lo nuevo, pero también se lo lleva. Todo empieza y todo termina. Vida-muerte, día-noche, alegría-tristeza. La dualidad de estar vivos.
.
¿Se imaginan una ola con miedo en el mar evitando romper en la orilla? ¿No tiene mucho sentido, no? Pues eso hacemos continuamente los seres humanos. Damos la apertura a lo bueno y cuando lo bueno deja de ser tan bueno empezamos a luchar para no aceptar que esa experiencia tiene su propio ciclo: un fin, una conclusión, un cierre. ¿Es algo que podamos cambiar? No.

Nuestra mente lucha para no sentir el dolor que eso produce, que no es más que la vida atravesándonos. Todo cambia, todo muta. Ahora plantéate como sería poder estabilizar y parar la vida a nuestra voluntad. ¿Una auténtica locura, no? No se llamaría vida, se llamaría otra cosa probablemente

La vida es una maravilla que implica placer y dolor. Evitar el dolor puede ser un infierno en sí mismo. Cuántas cosas hacemos en nombre de la evitación, como si pudiéramos zafarlo por hacer esto o lo otro.

No nos amamos cuando nos sometemos a esa enorme presión por quitarnos el dolor de encima. Cuando es tan simple (y tan complejo) como aceptar que es lo que toca, que no se quedará eternamente a vivir con nosotros. Pasará si somos capaces de concedernos el mimo, la paciencia y la comprensión que cada uno precise, colocando esa experiencia en la memoria de nuestro espíritu.

No es fácil, claro que no lo es. Se requiere de coraje y paciencia para poder sostenerte ante el temporal. Cuando uno pasa por distintos terremotos internos y se da el tiempo suficiente, el que sea, empieza a anidarse una fortaleza interna que da ganas de volver cada vez más rápido a cobijarse, para allí cuando volvamos a sentirnos enteros, volver a salir a VIVIR.

Me imagino al espíritu como una mochila que traemos cuando venimos a esta vida, donde dentro metemos todas las experiencias, pero…¿Nos damos la oportunidad para que maduren esas vivencias en nosotros, permitiendo todo lo que trae..?

Abrir-te.

Hay personas que nos ayudan a abrirnos. Otras no. Y es que entregarse requiere de apoyo, requiere de dos.

Pero claro que antes para poder abrirte ante otro u otra, debes haber topado con muchas puertas donde al otro lado había frío. Muchas. Así nos enseña la vida, pues vamos limando nuestras formas para perfeccionar eso que sí nos hace sentir más auténticos frente a nosotros y a los otros.

Hay personas que son auténticas joyas para aprender, para entregarse, para SER con todo lo que contiene eso.
No hablo de formas, etiquetas…hablo de experiencias que llevan un nombre femenino o masculino que te sirven para eso, despegar los pies del suelo y atreverte a a abrir tus brazos para expandirte. Las hay, las he visto, tocado, sentido y olido.


Abrirte es reconocerte con todo lo que te ha traído hasta aquí, a este momento, mirando con cariño esos patrones que te han hecho ir y volver por infinitas veces a aquellos lugares de los que no sabías salir. Eso acumuló tanto hastío que te rendiste levantando las manos al cielo decretando que YA NO MÁS DE ESO.

Harta de cerrarme por » cuidado» sólo encontraba espejos que reflejaban lo mismo: puertas cerradas por exceso de miedo a desnudarse.

Fue ahí que empezaron a aparecer cosas, señales, personas, lugares que nunca pensé que existirían. Sí! Siempre han estado, sólo que mis puertas estaban cerradas.

Por que nutrirse también tiene que ver con lo que te concedes y permites profundizar en ti y por lo tanto, por resonancia aparecerán las joyas para compartirte y descansar en esta existencia pasajera.

Buen viaje!

Escucharme…

Respirar, pero respirar profundo.

Parar.

Cuando me pierda, respirar. Inspirar profundamente y sacar el aire por mi boca abierta desde garganta. Deja expresar tu cuerpo a través de la respiración. Me ayuda imaginar como una pelotita entra por mi nariz y baja hasta mis ovarios para volver a salir. Así, una y otra vez, cuántas veces haga falta para volver. ¿A qué? A mí.

Cada vez que respiro me concedo una parada y vuelvo a ese punto donde siento que todo está ahí, para mí. Todo está bien cuando retorno a mí en cualquiera de los estados anímicos que estén sucediendo adentro.

No existe manera de estar en este momento, ahora, si no estás en ti. Reinarás entre los ayeres y mañanas pero no aquí donde sucede todo: La vida. Y es aquí donde único puedes hacer algo con lo que ya fue. Que también eso dejará de importar a medida que te presencies. ¿Cómo? Respirando, escuchándote, estando cerquita de ti, en cada paso.

Sí, en la escucha habrá de todo. Saldrá lo que tenga que salir. Pareciera que la escucha fuera un camino de algodones rosas y de olor a jazmín y ¡sí! Puede serlo, pero no nos hará bien negar lo que salga mal oliente y con olor a pútrido que también nos pertenece. ¿ Cómo voy a habitar una casa al completo, si tengo 3 habitaciones cerradas, llenas de trastos y sucias? Tendré que sacar y limpiar para habitarla totalmente, ¿no?

Ya luego no sólo olerá a jazmín, sino empezarán infinitos aromas.

Venimos a SER, y no hay nada que hacer con eso, solo dejar que la naturaleza única que portamos cada uno salga! Hacer lo que a cada uno le guste y le avive. Eso, inevitablemente me regenerará y hará que viva de una manera rica y genuina. Tu aura hablará a metros sin que tú abras la boca, atrayendo hacia ti lo que es justo y adecuado para ti y no para nadie más.

La vida no espera nada más y nada menos que SEAS…Esa será tu mayor contribución, porque si tu mundo va bien, inevitablemente lo irradiarás.

LA MANDARINA MÁGICA.

Los milagros están ahí para los que dejan de pensar demasiado y sienten. La mente hace tanto ruido que nos convence de con suerte, un día aparecerán. Siempre han existido, pues la vida es eso, magia. La magia que contiene todo lo inesperado, sólo apta para el que espera y se deja sorprender. He probado su inutilidad cuando no va a favor de mi cuerpo. Cuánto enredo, cuánto sufrimiento. Estamos servidos de ignorancia. Ignorancia del funcionamiento de nuestra propia máquina que es única e irrepetible. No nos enseñaron a respetarla y está bien así. Nos toca a nosotros desnudarnos ante nosotros mismos con todo aquello que contenemos.

Es poderosa cuando la observo sin elegirla como puente de mando, cuando me rindo y doy la bienvenida a lo que hay y siempre ha habido: la verdad que reside en mi cuerpo.

Parar. Observar. Parar. Observarme y volver a parar.

¿Qué me dice mi cuerpo? ¿Estoy tranquila? ¿Estoy nerviosa? ¿Me siento cómoda o me tenso? ¿A donde voy con tanta prisa? ¿Esto es prioritario?. Y aún más, ¿Me gusta eso por lo que estoy corriendo?

Podría seguir formulando preguntas sin fin. El valor para confrontarnos depende del hastío acumulado, de la frustración acumulada, del sentimiento profundo de que la vida no puede ser un cúmulo de costumbres que repetimos sin cuestionarnos si nos satisfacen o no.

Rendirte a lo que es. Y lo que es no siempre me va a gustar. Habrá cosas que me fliparán, otras muchas que me decepcionarán. El baile infinito entre lo dual. Hay una máxima muy evidente que todos hemos vivido y viviremos: la vida y la muerte. Yo sólo conozco la vida, la muerte llegará cuando deba de llegar, ahora mismo hay vida y eso es lo único que hay y es.

La mente se cree con la capacidad selectiva de suprimir lo que no le gusta, y hará lo indecible para zafarse de lo que no le mola. ¿De qué huye? Del dolor, como si éste no fuera parte de la vida. Tanto lo amputa que lo convierte en un profundo sufrimiento. Sufrimiento que se enquista en nuestras entrañas. Sentimiento que podemos llegar a normalizar como parte de nosotros.

No hay nada fuera de nosotros que sea tan diabólico como el desconocimiento de nosotros, de nuestra máquina, única y auténtica. Nada. Vamos buscando parches para no sentir el dolor. Como un drogadicto busca la dosis exacta para disuadir su mono. El de ellos puede ser más evidente y hasta en cierto modo, me cuestiono si no será menos complejo que el letargo al que nos sometemos sutilmente automatizándonos en patrones homogeneizantes de una sociedad enferma que no piensa de manera propia y única. ¿Donde está lo genuino de cada uno?. ¿Y la autenticidad?. ¿Y lo fresco de una carcajada sin corsé? Copias, copias y más copias.

En definitiva, lo que somos con toda nuestra paleta de colores, sin disfraz.

Cuestionarme si lo que hago (todo lo que voy haciendo en el ahora) me gusta y por lo tanto me regenera. Y si es no, tener el valor de enfrentarlo, porque si yo no me lo concedo…¿Alguien va a venir a satisfacerme? La respuesta es rotunda y clara: NO. Darme cuenta de esto me permite liberarme de mi cárcel mental y dejar que mi cuerpo sea el que a través de mis entrañas se comprometa en lo que es correcto para mí. “El entusiasmo es gratuito” frase que me encantó escuchar de alguien que le entusiasma lo que hace, ama lo que hace y por lo tanto se ocupa de sí con sensatez y valentía.

Para ser no hace falta esforzarnos, ya somos! Lo que no somos es ese condicionamiento tan sumamente arraigado que nos hace vernos distorsionados, deambulando por la vida como locos en busca de una felicidad externa, que jamás encontraremos. No está ahí. ¿La dirección? Hacia dentro.

Gracias a lo que sea que tenga que darle las gracias por direccionarme hacía personas, situaciones y cosas que me inspiran a volver a casa, a la mía, a la que soy y nunca ha dejado de ser. La vida siempre gira, pero un día viene y te hace consciente de ello. Y la mía giró comiéndome una simple y placentera mandarina, cuando me saltó un vídeo sin buscarlo de Eduardo Ibañez hablando de diseño humano.

Eternamente agradecida.

Música: https://www.youtube.com/watch?v=lERLoJMNM84

La SOBRE-VALORACIÓN de la mente.

Cuanta prisa en nuestros pasos. Cuánta prisa en nuestras huellas. Qué pocas paradas nos concedemos en nombre del DEBER. Deber ser y hacer. Qué cansancio y dañino es andar sólo con la mente encendida. Acaso, ¿somos conscientes de ello? Levántate ya, tienes que hacer esto o aquello, dice nuestra mente, y ahí vamos nosotros, sin cuestionarnos quien lleva el mando. Locos por la vida, sin parar a darnos cuenta que lo verdadero reside en el cuerpo, nunca en ese lugar sobre valorado, nuestra mente.

Cuánta ansiedad nos causa andar corriendo tras algo que supuestamente es lo correcto, sin plantearnos cuánta calma nos da eso que hacemos, si disfrutamos en ello, si nos reproduce y amplía o no…

Vamos siguiendo dogmas y creencias por miedo al rechazo, por no ser incluídos y así vamos perdiendo nuestra individualidad, nuestro propio sentir, ritmo y pulso…Caemos en ritmos homogéneos que no son nuestros, desdibujándose así nuestra esencia: lo auténtico y real para nosotros, aquello que nos satisface y nos regenera.

Negar la presencia de la mente es tan absurdo como dejar las riendas sólo a ella. Está bien, ahí está y es una herramienta maravillosa cuando trabaja para aquello que nos impulsa, agranda y expande. Pero también todo lo corroe cuando se vuelve obsesa y controladora.

Lo único que nos queda es rendirnos al lenguaje del cuerpo y sintonizar con lo que tenemos aquí y ahora y en base a eso, estar cerquita de lo que vamos necesitando en cada momento. El sentir momento a momento es incoherente para una mente que quiere orden y lógica. Nuestro sentir no tiene orden, es natural, sólo se expresa. Ellos, nuestros sentimientos son sin más. Cuando me enredo en darme o dar justificaciones de porque me siento de esta manera u otra, colapso el sentir de conflicto mental y ya ahí la liamos, nos liamos.

Bailar o parar, a golpe de sentir y decidir en base al bienestar que nos da eso que escogemos, dándonos tiempo, es querernos rico y bien, haciendo de la vida un lugar donde podemos confiar que en cada paso iremos escogiendo, donde la verdad siempre la grita el cuerpo.

La mejor mascarilla, fortalecer tu sistema inmune.

La vida, antes o después, nos obliga a cuidarnos, siempre. Como la noche precede al día, como el caos precede a la calma. La entropía y el orden bailan en la misma sala y justo ese binomio representa la vida. Así como la enfermedad se presenta para restablecer el equilibrio, la salud. Todo es cuestión de ampliar la mira para no colapsar en el miedo y ver, con amor, que nos viene a decir lo que se presenta en nuestras vidas.

Ante la situación que el mundo vive podemos hacer dos cosas: colapsar o abrir nuestras ópticas y en lugar de bloquearnos, aumentar posibilidades, poniendo a prueba nuestro antiguo sentido de la supervivencia que tanto sabe y tanto hemos silenciado a través de la inercia, el automatismo y el afán de seguir pautas que un sistema ha creado: el gran capitalismo que ha aplastado nuestro poderoso sentido y poder.

Vayamos hacia nuestro silente poder ¿Qué hacer entre tanto miedo, confusión, manipulación informativa y un largo etcétera?

Pues escuchar nuestro cuerpo y dejar de poner nuestro poder en lo que viene de afuera, es decir, todo lo mencionado en la pregunta justamente anterior.

Tu salud no sólo depende de mantener las medidas pertinentes que se proclaman a ultranza y que todos sabemos. Así como estar sanos no sólo depende de comer bien y de manera saludable.

La vida en estos momentos nos pide fortalecer nuestro sistema inmune y éste no se fortalece sólo con vitamina C, hay muchos factores que no se dicen y son tan importantes cómo cualquier otro. Porque como, incansablemente repito, nuestro cuerpo es la suma de varios cuerpos: el físico, el emocional, el mental y el energético. El descuido de uno desequilibra y mueve al otro u otros.

Vamos allá ¿Cómo se fortalece el sistema inmunitario?:

1. Come sano. Consume verduras,granos y frutas, que ese sea tu mantra.
2. Elimina el alcohol y todas las sustancias tóxicas que conocemos.
3. Has ejercicio de manera habitual, si no es diaria al menos 3 veces por semana. Combina ejercicio aeróbico con ejercicio de fuerza.
4. Reduce el estrés. Para. El estrés dispara el cortisol y, junto con la adrenalina, debilita y corroe nuestro sistema defensivo, así como nos imposibilita la pérdida de peso.
5. Vacía tu mente de noticias, relatos e historias que no te brinden paz y bienestar. Tus pensamientos disparan emociones que hacen segregar diversas hormonas que no contribuyen a tu equilibrio mental, orgánico, emocional, etc.
6. Dale espacio y aceptación a las emociones que sientes. No las silencies, pues su bloqueo hará que tu cuerpo hable generando la somatización necesaria para que las atiendas.
7. Bríndate aire puro y momentos de silencio para conectar contigo. La soledad es una gran maestra que regenera.
8. Coge el camino del amor y del humor. El miedo de más bloquea la vida y por lo tanto la salud.

Nada de lo mencionado es nuevo. Todos, como seres humanos que somos lo sabemos, sólo que lo hemos olvidado.

Te deseo una vuelta poderosa a tí, al poder interno de tu instinto de supervivencia.

Más allá de la nutrición.

CUATRO CUERPOS. Parte 1 (FÍSICO Y EMOCIONAL)

El alimento en sí mismo es la materia prima que el cuerpo utiliza para nutrirse. Dependiendo de la calidad de éste, cubriremos las necesidades nutricionales de nuestro cuerpo en mayor o menor medida, dejando por consecuencia una mejor o peor salud física.

Para ello es necesario saber, no sólo que alimentos nos brindan calidad, sino en que cantidades y proporciones debemos comer cada grupo de alimentos: hidratos de carbono, proteínas y grasas.

De la salud de nuestro cuerpo físico va a depender que podamos caminar ligeros, en su parte más literal pero también en la metafórica. Qué mi cuerpo esté sano me va a facilitar que lleve a cabo proyectos, sueños pendientes, que ría fuerte y brille más aún. Nuestro cuerpo es el coche que utilizamos en este viaje…

¿Qué quiero decir con lo de “más allá” de la Nutrición?

En ocasiones pareciera que la Nutrición sólo se vinculara con el alimento en sí mismo, y en parte así es, es vital para que este cuerpo camine sobre este mundo, pero reducirlo solamente a ese significado es limitar lo ilimitado.

Sabemos en carne propia que nuestra forma de alimentarnos es muy dependiente de nuestros estados emocionales y que, generalmente éstos son los que llevan el mando sobre la elección del alimento que escojo para echarme a la boca. Por lo tanto, ya ampliamos algo más el concepto.

Somos emociones y eso es indudable. Nuestras emociones llevan el motor de nuestras elecciones, por lo tanto, nace otro cuerpo: el emocional, que también debemos de alimentar. ¿Cómo se alimenta nuestro cuerpo emocional? Atendiendo, mimando, cuidando y por lo tanto aceptando nuestro mundo emocional. Sí no atiendo esta parte de mí, inevitablemente iré dando tumbos, sin conciencia de mis pasos, compensando por la vida como pueda. A veces o en la mayoría de las veces con la comida; otras veces con relaciones (independientemente del vínculo) tóxicas que no nos nutren o alimentan, al contrario, nos desnutren o desenergetizan; haciendo ejercicio de manera extrema, extenuándonos (lesionándonos) o por el contrario cayendo en una gran apatía que nos lleva al máximo sedentarismo, que es otra forma de lesionarnos orgánicamente hablando y un largo etc.

Lo cierto es que todos y cada uno de nosotros vamos de un lado para otro, como el que a través del “error” se va acomodando y sabiendo donde se ubica. Negar la naturaleza de la vida no tiene sentido alguno, pero si vamos conociendo cuales son nuestras debilidades podemos ir tomando el mando de una manera más consciente de lo que nos vamos dando, eligiendo…

Nuestro cuerpo emocional necesita de esa luz, de esa mirada generosa que cuida a un niño, que lo cuida con paciencia y con mimo, que lo trata con suavidad y sin exigencias.

No podemos vivir disociados, cuando tendemos a no integrar nuestra naturaleza inevitablemente habitaremos en los polos (extremos) y ahí, de manera inconsciente nos hacemos daño y por supuesto limitamos nuestro potencial.

Nel Marrero – Nutrición desde un enfoque integrador.

Perdiéndome, me encontré.

He visto a la tristeza brindando, saltando, riendo a carcajadas. Cuerpos que quieren desprenderse a toda costa de ella, anestesiando ese sentimiento que a todos nos roza más de lo que quisiéramos en determinados momentos.

La tristeza se asoma por los ojos y no hay forma de maquillaje en el mundo que pueda disimularla, pues apaga la luz, el brillo. Los ojitos dejan de sonreír aunque la boca lo haga. Sólo hay una manera de que nuestras ventanas, los ojos, vuelvan a lucir limpias, nítidas y sonrientes y es acurrucando ese sentir, dándole tiempo y cobijo. Como cuando estamos malitos de gripe y activamos el modo ahorro de energía, comiendo bien, abrigándonos más y alejándonos un poco del bullício.

Hacer como que no está no hace más que acrecentarla, dejándonos una sensación de haber perdido nuestra brújula, sensación de desamparo, del peor, el nuestro.

He visto ojos con estrellas, infinitos y llenos de un silencio sublime. Llenos de observación, de respeto, de inmensidad y de valentía por ir más allá. De aceptar que, aunque no sepamos que hay detrás de nuestro control se atreven a ser con todo lo que cada uno llevamos dentro. Esos ojos son como estrellas fugaces en la tierra. Se manifiestan efímeros y con una presencia completa a la vez de eterna.

Somos todos tan frágiles. Hace poco leí una frase que decía así: Cuidémonos, pues andamos todos un poco rotos. Así es. Todos somos la suma de millones de fragmentos de experiencias. Buenas, malas, apasionantes, tétricas, sublimes, algunas terroríficas. Todos nos estamos reconstruyendo, aprendiendo a amar-nos.

Vamos sedientos por la vida buscando amor, encargándose ésta de explicarnos que todo empieza una vez que empezamos a tenernos en cuenta a nosotros mismos. Entonces, sólo entonces, seguramente llegará alguien te acompañe y el aroma sea el mismo que el de una sonrisa tenue y suave, tranquila y confiada.

Las estrellas alguien las puso ahí para que mirásemos por encima de nosotros, para hacernos saber que por encima de nuestros cuerpos hay un sinfín de posibilidades elevadas a nuestro desconocimiento del todo y que para entendernos debemos ahondar primero en nuestro propio infinito para así volar sin tanto miedo.


Nel Marrero 2020

Perdiéndome, me encontré

La inmediatez engorda.

La cultura de la inmediatez está haciendo mucho daño a todos. Todo para antes de ayer si es posible. Queremos una relación estable ya. Queremos adelgazar ya. Queremos un trabajo estable ya. Queremos formar una familia ya. Queremos esto u aquello ya. Queremos, queremos y queremos…

Cuánto cansancio y cuánto dolor nos causa esta energía que sin darnos cuenta nos lleva a elaborar proyectos, a ansiar metas de una manera superficial. Construcciones sin una base sólida y lo peor de todo, con el automatismo propio del algo que no se disfruta por que no se ha hecho con calma, entendimiento y por tanto, consciencia…

Es fácil observar en consulta como llegan personas con esta energía. Quieren cambiar los hábitos que llevan 45 años repitiendo en 3 meses!

NO se puede!

Como NO puedo cambiar un patrón en mi gestión emocional en tres o cuatro sesiones. No, por que es una conducta aprendida mucho tiempo atrás. No, porque una parte de mí entiende (aunque no sea lo más saludable ahora mismo) que es lo correcto. Cambiar hábitos, conductas, lleva su tiempo. Ahora sí, si le dedicas el tiempo suficiente, la comprensión, el cariño y la paciencia adecuada, por supuesto que ese nuevo aprendizaje irá instaurándose poco a poco y sí, la gran noticia es que se quedará a vivir por siempre y para siempre en ti.

¿Acaso tu mamá te gestó en 1 o dos meses? Sembremos el sentido común. Calma. Todo lo que es importante para nosotros, para nuestra salud, nos llevará un tiempo y es importante aceptarlo o acumularemos montañas de frustración que nos armarán de una sensación de invalidez, de creernos que nunca lo podremos lograr. Me da igual que asunto sea, si no eres consciente de esto, tu frustración te hará creer que no tienes suficiente voluntad para seguir cualquier propósito.

Claro que para llevar algo a cabo y lograrlo debes sentirlo a modo de un compromiso contigo, que no viene desde el deber. Es como el que reúne el suficiente cansancio y dice, basta ya por aquí no puedo más, ya ha llegado el momento de cambiar, pedir ayuda, asesoramiento y ahora, sin prisas y con mucho amor voy a dedicar tiempo a ello.

Al final si yo me propongo volver a mi peso saludable, que no sólo es perder 5, 10 o 35 kilos, tengo que ser consciente de que me va a llevar dedicación, tiempo, recaídas, y varias situaciones que deberemos encauzar con amor y comprensión, porque el objetivo más allá de perder peso, es estar más saludable, más ligero/a, con la seguridad de saber que te estás cuidando por que tú eres tu único hogar. Y esa sensación dulce y maravillosa siempre querrá volver y lo hará, porque a lo que fue placentero para nosotros, inevitablemente volveremos…