Nutrición con Emoción

Un lugar para nutrirte...

Menú Cerrar

Etiqueta: reflexiones humanas

La vida, una marea.

A menudo la vida nos chupa y nos lleva al fondo, un fondo donde no hay claridad, todo parece estar difuso, confuso y surge nuestros miedos más ocultos.

Digo a menudo, porque es liberador saber que la vida de un ser humano se compone de una sucesión de altos y bajo por igual.

A veces, siento que venimos aquí para ser entrenados a experimentarnos sobre todo, cuando estamos en lo bajo.

No nos enseñaron, desde que podíamos entender, que el placer y el dolor iban a estar por partes iguales…Lo que finalmente ocasionó y aprendimos que cuando la vida no pintaba cálida y veraniega, luchamos para que así fuera. Y agota. Eso agota tanto…

Negarse a sentir lo que es tan natural. La dualidad de habitar en nuestro cuerpo, nuestro propio planeta.

Aceptar y residir en nuestro cuerpo cuando la baja viene, es un reto que se repite y vuelve a repetirse durante toda una vida. SI nos damos el mimo y el respeto de habitarnos, nace un poder que surge del contacto con nuestra vulnerabilidad que nos acerca a un respeto profundo, a un amor. El nuestro propio.

Y así, una tras otra, terminamos no temiendo las pruebas que vendrán porque cada vez sabemos nadar, aceptar más y más esos sentires que aunque no sean tan dorados son profundamente nuestros, profundamente humanos.

Nel Marrero.

Dietista-Nutricionista. Terapeuta Gestalt. Nutrición Integradora.

Habitándose…

Comenzó a saborearse.
Experimentarse se volvió su rutina diaria.
Cada día está pendiente de regular sus propios tiempos.
Para, para y vuelve a parar cada vez que su mente la lanza lejos de ella.
Ella respira, respira profundo hasta donde no puede inhalar más y suelta como la que no tiene prisa y va aprendiendo a dejar atrás lo que acaba de suceder para meterlo en algún lugar que en algún momento, con perspectiva, entenderá.

Pasito a pasito va descubriéndose. Sabe que el autodescubrimiento jamás parará.
Se da espacio y tiempo para poder calibrar su propio latido. A veces se aturulla, se aparta y vuelve a encontrarse.

Es adicta a esa sensación de reencuentro y en su interior estalla un orgullo suave, dulce y placentero.

El cuerpo le habla siempre. Se revela, somatiza, la desvela ocasionalmente de madrugada, tiene tiempos en que se muerde las uñas, aunque ya no se enfada por ello. Siempre le ha gustado comérselas.

Entendió que todo es cíclico y eso la libera de lo que tendrá que venir y vivirá.

Su cuerpo, su única brujula. La única llave que tiene para habitar su propio lugar en el mundo.
Precisó y sigue precisando coraje para seguirse a ella misma. Sabe que no hay nada malo o bueno en como se dan las cosas. La moral le resulta pesada. La vida siempre da y quita. En su experiencia, el tiempo siempre le ha explicado que le dejó lo que saboreó, sintió, rió, lloró.

La vida le resulta una maravilla siempre que mira atrás, aún con tsunamis que se llevaron partes de ella misma.

Hoy cuida su cuerpo de todas las formas: come rico; su sueño a solas se volvió una prioridad; las siestas le parecen lo más sagrado que existe; persigue atardeceres y le habla a las estrellas mientras las observa. Mueve y suda su cuerpo. Baila, abraza, toca y se permite no estar cuando no quiere.
La alianza cada vez se siente más fuerte. Lo que siempre tanto anheló, empieza a suceder.

Contenta de habitarse, tararea una canción que le hace volar, mientras taconea en suelo con su pie derecho, sentada.

Nel Marrero.

Prisa.


Prisa para llegar. Prisa para irse. Prisa por hacer. Prisa para dormir. Prisa para comer. Prisa para evitar el rechazo. Prisa por adelgazar. Prisa para amar. Prisa para romper el amor. Prisa por llegar a un futuro que no llegará nunca porque simplemente no existe. Prisa por entender un pasado que no te será revelado con prisa. Prisa, prisa y más prisa.

Encontrar personas que estén ahí, en el momento donde justo están, cuesta. Observar como el viento sacude un árbol haciendo caer sus hojas. Observar un compartir genuino entre dos personas sirviendo de cómplice y testigo. Grandezas simples.

Es común ver personas que sólo habitan en sus mentes… Es como caminar en una autopista donde nada puedes ver, todo ocurre demasiado deprisa. Millones de fragmentos de una vida con prisa, donde se esfuma la esencia, donde no hay tiempo para vivir, para sentir, para pausar, para respirar, para ver, para ser…

Las glándulas adrenales rebosan de cortisol para seguir corriendo hacia lugares que realmente no importan, alimentada por una mente vanidosa que cree saber a donde va y que sólo es presa del miedo. Y cuerpo exhausto, en una vida sin tiempo.