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Etiqueta: Terapia Gestalt

Habitándose…

Comenzó a saborearse.
Experimentarse se volvió su rutina diaria.
Cada día está pendiente de regular sus propios tiempos.
Para, para y vuelve a parar cada vez que su mente la lanza lejos de ella.
Ella respira, respira profundo hasta donde no puede inhalar más y suelta como la que no tiene prisa y va aprendiendo a dejar atrás lo que acaba de suceder para meterlo en algún lugar que en algún momento, con perspectiva, entenderá.

Pasito a pasito va descubriéndose. Sabe que el autodescubrimiento jamás parará.
Se da espacio y tiempo para poder calibrar su propio latido. A veces se aturulla, se aparta y vuelve a encontrarse.

Es adicta a esa sensación de reencuentro y en su interior estalla un orgullo suave, dulce y placentero.

El cuerpo le habla siempre. Se revela, somatiza, la desvela ocasionalmente de madrugada, tiene tiempos en que se muerde las uñas, aunque ya no se enfada por ello. Siempre le ha gustado comérselas.

Entendió que todo es cíclico y eso la libera de lo que tendrá que venir y vivirá.

Su cuerpo, su única brujula. La única llave que tiene para habitar su propio lugar en el mundo.
Precisó y sigue precisando coraje para seguirse a ella misma. Sabe que no hay nada malo o bueno en como se dan las cosas. La moral le resulta pesada. La vida siempre da y quita. En su experiencia, el tiempo siempre le ha explicado que le dejó lo que saboreó, sintió, rió, lloró.

La vida le resulta una maravilla siempre que mira atrás, aún con tsunamis que se llevaron partes de ella misma.

Hoy cuida su cuerpo de todas las formas: come rico; su sueño a solas se volvió una prioridad; las siestas le parecen lo más sagrado que existe; persigue atardeceres y le habla a las estrellas mientras las observa. Mueve y suda su cuerpo. Baila, abraza, toca y se permite no estar cuando no quiere.
La alianza cada vez se siente más fuerte. Lo que siempre tanto anheló, empieza a suceder.

Contenta de habitarse, tararea una canción que le hace volar, mientras taconea en suelo con su pie derecho, sentada.

Nel Marrero.

La mejor mascarilla, fortalecer tu sistema inmune.

La vida, antes o después, nos obliga a cuidarnos, siempre. Como la noche precede al día, como el caos precede a la calma. La entropía y el orden bailan en la misma sala y justo ese binomio representa la vida. Así como la enfermedad se presenta para restablecer el equilibrio, la salud. Todo es cuestión de ampliar la mira para no colapsar en el miedo y ver, con amor, que nos viene a decir lo que se presenta en nuestras vidas.

Ante la situación que el mundo vive podemos hacer dos cosas: colapsar o abrir nuestras ópticas y en lugar de bloquearnos, aumentar posibilidades, poniendo a prueba nuestro antiguo sentido de la supervivencia que tanto sabe y tanto hemos silenciado a través de la inercia, el automatismo y el afán de seguir pautas que un sistema ha creado: el gran capitalismo que ha aplastado nuestro poderoso sentido y poder.

Vayamos hacia nuestro silente poder ¿Qué hacer entre tanto miedo, confusión, manipulación informativa y un largo etcétera?

Pues escuchar nuestro cuerpo y dejar de poner nuestro poder en lo que viene de afuera, es decir, todo lo mencionado en la pregunta justamente anterior.

Tu salud no sólo depende de mantener las medidas pertinentes que se proclaman a ultranza y que todos sabemos. Así como estar sanos no sólo depende de comer bien y de manera saludable.

La vida en estos momentos nos pide fortalecer nuestro sistema inmune y éste no se fortalece sólo con vitamina C, hay muchos factores que no se dicen y son tan importantes cómo cualquier otro. Porque como, incansablemente repito, nuestro cuerpo es la suma de varios cuerpos: el físico, el emocional, el mental y el energético. El descuido de uno desequilibra y mueve al otro u otros.

Vamos allá ¿Cómo se fortalece el sistema inmunitario?:

1. Come sano. Consume verduras,granos y frutas, que ese sea tu mantra.
2. Elimina el alcohol y todas las sustancias tóxicas que conocemos.
3. Has ejercicio de manera habitual, si no es diaria al menos 3 veces por semana. Combina ejercicio aeróbico con ejercicio de fuerza.
4. Reduce el estrés. Para. El estrés dispara el cortisol y, junto con la adrenalina, debilita y corroe nuestro sistema defensivo, así como nos imposibilita la pérdida de peso.
5. Vacía tu mente de noticias, relatos e historias que no te brinden paz y bienestar. Tus pensamientos disparan emociones que hacen segregar diversas hormonas que no contribuyen a tu equilibrio mental, orgánico, emocional, etc.
6. Dale espacio y aceptación a las emociones que sientes. No las silencies, pues su bloqueo hará que tu cuerpo hable generando la somatización necesaria para que las atiendas.
7. Bríndate aire puro y momentos de silencio para conectar contigo. La soledad es una gran maestra que regenera.
8. Coge el camino del amor y del humor. El miedo de más bloquea la vida y por lo tanto la salud.

Nada de lo mencionado es nuevo. Todos, como seres humanos que somos lo sabemos, sólo que lo hemos olvidado.

Te deseo una vuelta poderosa a tí, al poder interno de tu instinto de supervivencia.