Respirar, pero respirar profundo.

Parar.

Cuando me pierda, respirar. Inspirar profundamente y sacar el aire por mi boca abierta desde garganta. Deja expresar tu cuerpo a través de la respiración. Me ayuda imaginar como una pelotita entra por mi nariz y baja hasta mis ovarios para volver a salir. Así, una y otra vez, cuántas veces haga falta para volver. ¿A qué? A mí.

Cada vez que respiro me concedo una parada y vuelvo a ese punto donde siento que todo está ahí, para mí. Todo está bien cuando retorno a mí en cualquiera de los estados anímicos que estén sucediendo adentro.

No existe manera de estar en este momento, ahora, si no estás en ti. Reinarás entre los ayeres y mañanas pero no aquí donde sucede todo: La vida. Y es aquí donde único puedes hacer algo con lo que ya fue. Que también eso dejará de importar a medida que te presencies. ¿Cómo? Respirando, escuchándote, estando cerquita de ti, en cada paso.

Sí, en la escucha habrá de todo. Saldrá lo que tenga que salir. Pareciera que la escucha fuera un camino de algodones rosas y de olor a jazmín y ¡sí! Puede serlo, pero no nos hará bien negar lo que salga mal oliente y con olor a pútrido que también nos pertenece. ¿ Cómo voy a habitar una casa al completo, si tengo 3 habitaciones cerradas, llenas de trastos y sucias? Tendré que sacar y limpiar para habitarla totalmente, ¿no?

Ya luego no sólo olerá a jazmín, sino empezarán infinitos aromas.

Venimos a SER, y no hay nada que hacer con eso, solo dejar que la naturaleza única que portamos cada uno salga! Hacer lo que a cada uno le guste y le avive. Eso, inevitablemente me regenerará y hará que viva de una manera rica y genuina. Tu aura hablará a metros sin que tú abras la boca, atrayendo hacia ti lo que es justo y adecuado para ti y no para nadie más.

La vida no espera nada más y nada menos que SEAS…Esa será tu mayor contribución, porque si tu mundo va bien, inevitablemente lo irradiarás.